Las Finanzas Sostenibles:
qué son y para qué sirven

Definición y características de las finanzas sostenibles

Ya sumergidos en las primeras etapas del siglo XXI, los participantes de cualquier ámbito de la sociedad (incluidos agentes directamente involucrados), se pueden encontrar en su día a día con la duda: “oye, ¿qué significa eso de Finanzas Sostenibles?”

Pues resumiendo, es la herramienta para alinear la economía con la responsabilidad ambiental y social. En definitiva, unir el dinero y el compromiso de buenas prácticas, como un catalizador para conseguir los objetivos marcados por esta sociedad del ya mencionado siglo XXI.

Cada vez hay más y más inversores que tratan de compaginar sus objetivos de rentabilidad con el deseo de que su dinero sirva para mejorar el medio ambiente y la sociedad. Estas finanzas sostenibles tienen el objetivo de fomentar modelos económicos en las empresas que favorezcan el respeto del entorno, los derechos humanos, la justicia social y el buen gobierno de las empresas. Existen varios ejemplos como los Fondos de Inversión que aplican criterios ESG, Fondos de Inversión Solidarios, Bonos Verdes y Sociales, etc.

Según comenta Climate Policy Initiative (CPI) en su último ‘Global Landscape of Climate Finance 2021’, los flujos anuales aumentaron a 632.000 millones de dólares (unos 543.980 millones de euros), en promedio, en el período 2019-2020, lo que significa un aumento de 85.000 millones de dólares (más de un 15%) (73.169 millones de euros) con respecto al período 2017-2018.

Sin embargo, si bien la financiación sostenible ha alcanzado niveles récord, la acción aún está por debajo de lo que se necesita. Los cálculos de la inversión requerida para cumplir con los objetivos climáticos de no aumentar más de 1,5ºC el calentamiento global indican que para 2030 la financiación climática anual debe aumentar al menos un 454%, hasta 4,13 billones de USD promedio (menos de 4.000 millones de euros).

 

¿Cómo se regula la financiación sostenible?

Ciñéndonos al ámbito europeo, nos encontramos con el Plan de Acción de la Unión Europea (UE) sobre Finanzas Sostenibles y sus tres acrónimos de referencia (SFDR, NFRD y EU Taxonomy, por sus siglas en inglés).

  • NFRD es el marco legal de la UE para regular la divulgación de información no financiera por parte de las corporaciones. Se adoptó en 2014 y establece que las empresas deben informar sobre la información ESG a partir de 2018 (para el año financiero 2017).
  • SFDR es la nueva regulación de la UE que introduce reglas para que los participantes del mercado financiero y los asesores financieros informen sobre cómo contabilizan los riesgos de sostenibilidad. SFDR se aplica a “nivel de entidad” (es decir, exigiendo a las firmas financieras que informen sobre cómo toda la organización maneja dichos riesgos) y también a “nivel de producto” (es decir, exigiendo a las empresas que informen sobre cómo sus productos financieros se ven afectados por dichos riesgos). El reglamento solicita a todos los participantes del mercado financiero y los asesores financieros que informen sobre los riesgos de sostenibilidad, incluso si no ofrecen productos relacionados con ESG. Si una entidad ofrece productos relacionados con ESG, SFDR requiere divulgaciones adicionales dependiendo de cuán “verde” se considere que es el producto. SFDR entró en vigor el 10 de marzo de 2021.
  • El reglamento de taxonomía de la UE (en adelante: Taxonomía), que entró en vigor el 12 de julio de 2020, refleja un sistema de clasificación europeo común para las actividades ambientalmente sostenibles. Básicamente, la Taxonomía trató de responder a la pregunta: ¿Qué se puede considerar una actividad ambientalmente sostenible? Responder a esta pregunta es esencial para que los inversores eviten el “greenwashing”, es decir, una situación en la que los productos financieros se comercializan como sostenibles sin cumplir criterios de sostenibilidad. La Taxonomía define seis objetivos ambientales, y define una actividad económica como sostenible si esta actividad aporta al menos dos de estos objetivos sin, al mismo tiempo, perjudicar significativamente a ninguno de los otros objetivos.

Primero, el alcance de la Taxonomía se define a través de NFRD y SFDR. En otras palabras, si una organización se ve afectada por NFRD y/o SFDR, la Taxonomía también será relevante para sus prácticas de divulgación. Es importante señalar aquí que la Taxonomía de la UE define otras divulgaciones obligatorias además de lo establecido por NFRD y SFDR.

En segundo lugar, la taxonomía solicita a las empresas (incluidos los administradores de activos) que informen el porcentaje de su facturación y capital, así como los gastos operativos que están alineados con la taxonomía. También solicita a los administradores de activos que informen el porcentaje de su cartera que se invierte en actividades económicas que están alineadas con la Taxonomía. 

De lo que no cabe duda es que seremos testigos de una gran cantidad de especificaciones técnicas de los tres reglamentos a lo largo de los próximos años. 

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